V. Casida del sueño al aire libre

Flor de jazmín y toro degollado.
Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.
La niña finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.

Si el cielo fuera un niño pequeñito,
los jazmines tendrían mitad de noche oscura
y el toro circo azul sin lidiadores
y un corazón al pie de una columna.

Pero el cielo es un elefante
el jazmín es un agua sin sangre
y la niña es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.

Entre el jazmín y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmín un elefante y nubes
y en el toro el esqueleto de la niña.

Tema

La imposibilidad de paz en la vida, tanto para los frágiles como para los fuertes.

Verso 1

Flor de jazmín y toro degollado.

Anteposición de dos elementos antitéticos, imposibles de sintetizar:

  • El jazmín: lo diminuto, lo frágil, lo inocente, lo femenino.
  • El toro: lo fuerte, la maldad gratuita, lo masculino.

Verso 2

Pavimento infinito. Mapa. Sala. Arpa. Alba.

Ambos elementos, el jazmín y el toro, se hallan inmersos en un universo insensible e infinito («pavimento infinito»).

Hay una enumeración semejante a un ejercicio de gramática escolar. Son cuatro palabras vinculadas por un lazo formal: todas son bisílabas y contienen una única y la misma vocal.

Versos 3-4

La niña finge un toro de jazmines
y el toro es un sangriento crepúsculo que brama.

A partir de ese ejercicio, una niña sueña («finge») una síntesis («toro de jazmines») de los elementos antitéticos.

La síntesis, sin embargo, queda manifiestamente imposibilitada por la metáfora del toro degollado como crepúsculo.

Versos 5-8

Si el cielo fuera un niño pequeñito,
los jazmines tendrían mitad de noche oscura
y el toro circo azul sin lidiadores
y un corazón al pie de una columna.

Se enumeran las condiciones necesarias que posibilitarían la síntesis del toro y el jazmín. Sería necesario que el cielo, infinito y, por tanto, imposibilitador de la síntesis, fuese «un niño pequeñito», acotado, finito.

Los jazmines podrían disfrutar de sueño durante las noches enteras, para descansar y recobrarse de sus profundas inquietudes. El trágico destino del toro (morir en la plaza) se trocaría en un retozar apacible por un cielo tranquilo ( «azul sin lidiadores»).

En resumen, el corazón humano podría alcanzar reposo y tranquilidad (estaría «al pie de una columna»).

Versos 9-12

Pero el cielo es un elefante
el jazmín es un agua sin sangre
y la niña es un ramo nocturno
por el inmenso pavimento oscuro.

Tras el sueño de la niña, hay un regreso a la trágica realidad:

  • El cielo es gigantesco («un elefante»).
  • El jazmín es inocente, pero carece de una vida superior («es un agua sin sangre»).
  • La niña no tiene ningún tipo de poder, pues es algo frágil e insignificante («un ramo nocturno») por un cosmos insensible y enorme («inmenso pavimento oscuro»).

Versos 13-16

Entre el jazmín y el toro
o garfios de marfil o gente dormida.
En el jazmín un elefante y nubes
y en el toro el esqueleto de la niña.

Entre la inocencia («el jazmín») y la brutalidad («el toro»), el ser humano solo tiene dos alternativas:

  • Estar dormido.
  • Estar despierto, sufriendo la tortura desgarradora que le causa el presentimiento de su muerte, representada como «garfio de marfil», un instrumento desgarrador y de color cadavérico.

Lo diminuto («el jazmín») llevará siempre en sí la amenaza de lo gigantesco y perturbador («un elefante y nubes»).

Lo fuerte («el toro») deberá cargar con el peso de la culpa por la muerte del ser frágil («el esqueleto de la niña»).

Interpretación

Si pensamos en la existencia como dos polos opuestos, lo frágil y lo fuerte, podemos tratar de imaginar cómo seríamos si fuésemos ambas cosas a la vez: lograríamos alcanzar la serenidad.

Sin embargo, es imposible ser frágil y fuerte a la vez y, seamos como seamos, siempre llevaremos con nosotros la inquietud, sea del miedo a lo gigantesco, sea el peso de la muerte de lo frágil.