La muchacha dorada
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
Vino la noche clara
turbia de plata mala,
con peladas montañas
bajo la brisa parda.
La muchacha mojada
era blanca en el agua
y el agua, llamarada.
Vino el alba sin mancha
con cien caras de vaca
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.
Tema
La imposibilidad de escapar de lo que ya siempre somos.
Versos 1-3
La muchacha dorada
se bañaba en el agua
y el agua se doraba.
La muchacha que acude a bañarse una noche al comienzo del verano es un tema tradicional: se creía que las aguas en esa época daban fertilidad a la mujer. La mujer transmite el color de su tesoro, la virginidad, al agua.
Versos 4-7
Las algas y las ramas
en sombra la asombraban
y el ruiseñor cantaba
por la muchacha blanca.
El entorno que la rodea sobresalta a la muchacha. El amor, simbolizado en el canto del ruiseñor, parece anunciar un posible triunfo de la armonía.
Versos 8-11
Vino la noche clara
turbia de plata mala,
con peladas montañas
bajo la brisa parda.
Aparece la luna («noche clara»), pero su luz es falsa («plata mala») y pone al descubierto unas montañas yermas («peladas»), presagiando que el baño no otorgará fertilidad a la mujer.
Versos 12-14
La muchacha mojada
era blanca en el agua
y el agua, llamarada.
La mujer se ha quedado blanca, en contraste con el color rojo («llamarada») del agua.
No se esclarece quién ha dado el color al agua: ¿la sangre manada de la virgen, que aparece lívida? ¿La llama del amor, que ha quemado las alas del ruiseñor (versos 21-22)?
Versos 15-18
Vino el alba sin mancha
con cien caras de vaca
yerta y amortajada
con heladas guirnaldas.
Con el alba se proyectan en el cielo «cien caras de vaca», símbolo de la maternidad. Sin embargo, el alba surge «yerta y amortajada», «helada», indicando que el ansia de fecundidad de la mujer ha quedado frustrada.
Versos 19-22
La muchacha de lágrimas
se bañaba entre llamas
y el ruiseñor lloraba
con las alas quemadas.
Esta frustración sume a la mujer en el llanto (baño «de lágrimas»).
El amor también será imposible para la muchacha: el ruiseñor, símbolo del amor, también llora, incapaz de alzar el vuelo nuevamente («alas quemadas»).
Versos 23-25
La muchacha dorada
era una blanca garza
y el agua la doraba.
Las aguas son las que finalmente dorarán a la muchacha, al revés de lo que sucedía al principio.
Pero la mujer, estéril, ha quedado sumida en el olvido, convertida en una «blanca garza», es decir, un viento que pasa rápido y se pierde para siempre a lo lejos.
Interpretación
Por mucho que busquemos rituales y formas mágicas, no podemos escapar de lo que ya siempre somos: si la mujer no es fértil, nada de lo que haga le podrá dar la anhelada fecundidad.
Lo único que encontramos buscando lo que no somos es la frustración, la pena, la angustia. Estaríamos fuera de lugar, pues no seríamos nosotros mismos.