—A Claudio Guillén—
Por las ramas del laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol
la otra la luna.
Vecinitas, les dije:
¿dónde está mi sepultura?
En mi cola, dijo el sol,
en mi garganta, dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
Aguilitas, les dije,
¿Dónde está mi sepultura?»
En mi cola, dijo el sol,
en mi garganta, dijo la luna.
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
Tema
La muerte de todo.
Versos 1-4
Por las ramas del laurel
vi dos palomas oscuras.
La una era el sol
la otra la luna.
El día («sol») y la noche («luna») se disfrazan de «palomas oscuras».
Versos 5-8
Vecinitas, les dije:
¿dónde está mi sepultura?
En mi cola, dijo el sol,
en mi garganta, dijo la luna.
El poeta, de la misma condición que el sol y la luna («vecinitas»), quiere saber cuándo morirá («¿dónde está mi sepultura»).
El día y la noche dan una respuesta burlona al poeta («cola», «garganta»).
Versos 9-12
Y yo que estaba caminando
con la tierra por la cintura
vi dos águilas de nieve
y una muchacha desnuda.
El poeta manifiesta su condición de ser del tiempo, mortal («con la tierra por la cintura»).
Vuelve a ver al día y a la noche, disfrazados ahora de «águilas de nieve». Pero ve también a una muchacha desnuda.
Versos 13-14
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
La muchacha no era nadie («ninguna»), y sol y luna se identifican entre sí («la una era la otra»).
Versos 15-18
Aguilitas, les dije,
¿Dónde está mi sepultura?»
En mi cola, dijo el sol,
en mi garganta, dijo la luna.
El poeta vuelve a preguntar cuándo morirá («¿Dónde está mi sepultura?»).
El día y la noche vuelven a dar la misma respuesta burlona al poeta («cola», «garganta»).
Versos 19-22
Por las ramas del laurel
vi dos palomas desnudas.
La una era la otra
y las dos eran ninguna.
El poeta vuelve a ver al día y la noche, disfrazados de palomas desnudas, pero ya no les repite la pregunta, pues ha comprendido que no le responderán.
El sol y la luna no solo se identifican entre sí, sino que son «ninguno», es decir, están sometidos, igual que el ser humano, al tiempo y a una extinción irremediable.
El sol y la luna, mediante la burla, han intentado ocultar al ser humano el hecho de que, a pesar de su aparente eternidad, ellos también son mortales.
Interpretación
El poeta quiere conocer de parte de dos astros celestiales, supuestamente eternos y sabios, el momento de su muerte.
Sin embargo, los astros no solo no saben cuándo morirá el poeta, sino que también ellos son de su misma condición y un día perecerán. Evitan mostrar esta condición mortal para no dañar la fragilidad del poeta, aunque este, al final, se da cuenta de ella y desiste de averiguar el momento de su muerte.
Todo perecerá, inexorablemente: los seres humanos, las plantas, los animales, pero también nuestro mundo, nuestros astros. Todo es muerte.