I. Gacela del amor imprevisto

Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.
Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,
mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura enemiga de la nieve.

Entre yeso y jazmines tu mirada
era un pálido ramo de simientes.
Yo busqué para darte por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.

Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre.
La sangre de tus venas en mi boca.
Tu boca ya sin luz para mi muerte.

Tema

El anhelo de ser madre de la mujer estéril. El amor siempre fugitivo.

Versos 1-2

Nadie comprendía el perfume
de la oscura magnolia de tu vientre.

La magnolia representa el vello púbico de la mujer que anhela ser fecundada.

La fecundación nunca se consuma, porque «nadie comprende el perfume» de la mujer.

No es que el perfume no se perciba por los otros, o que no atraiga debido a su olor, sino que no se comprende, es decir, nadie capta la necesidad de maternidad de la mujer que tiene sexo episódico e imprevisto («de cuatro noches»).

La magnolia es oscura debido a esa incomprensión, pues realmente es una flor blanca radiante.

Versos 3-4

Nadie sabía que martirizabas
un colibrí de amor entre los dientes.

La mujer no confiesa sus anhelos de maternidad a nadie, se muerde la lengua («martirizabas//un colibrí»).

Versos 5-6

Mil caballitos persas se dormían
en la plaza con luna de tu frente,

Hay dos ideas para interpretar estos versos. Por un lado, los caballos pueden representar simplemente las sienes de la mujer. Pero por el otro lado, los caballos pueden simbolizar también la muerte.

En persa moderno, «ataúd» se designa como «caballo de madera».

En la obra lorquiana, la imagen del caballo conduciendo a su jinete a la muerte es frecuente.

También aparece la luna, que es símbolo de la muerte en Lorca.

Versos 7-8

mientras que yo enlazaba cuatro noches
tu cintura enemiga de la nieve.

Hay una imagen de erotismo, la cintura caliente («enemiga de la nieve») y de sexo episódico («cuatro noches»).

Versos 9-10

Entre yeso y jazmines tu mirada
era un pálido ramo de simientes.

La mirada de la mujer revela una mezcla de vida y muerte, simbolizadas respectivamente por los jazmines, símbolo de la vida inocente y diminuta, frágil, siempre amenazada; y del yeso, que es de color blanco lunar, el color de la muerte.

La mirada sugiere un ansia de fecundación a pesar de la realidad, pues el «ramo de simientes» tiene un aspecto enfermizo o mortecino, «pálido».

Versos 11-12

Yo busqué para darte por mi pecho
las letras de marfil que dicen siempre.

El poeta intenta responder a esa mirada con un amor imperecedero. Pero la palabra «siempre» escrita en marfil es engañosa, pues el color del marfil es el blanco, el color de la muerte.

Versos 13-16

Siempre, siempre: jardín de mi agonía,
tu cuerpo fugitivo para siempre.
La sangre de tus venas en mi boca.
Tu boca ya sin luz para mi muerte.

Todo amor será necesariamente «fugitivo»: tanto el esporádico («cuatro noches»), como el que aspire a la eternidad que propone el poeta.

Los besos de amor solo encontrarán la vida que se escapa («la sangre de sus venas») por la boca de aquel a quien se lo demos.

La boca de quien reciba esos besos quedará muerta, cerrada para siempre («ya sin luz»).

Interpretación

Hay mujeres que tienen un anhelo de ser madre. Sin embargo, los hombres con los que se topa solo buscan la satisfacción del sexo, no ven su deseo de maternidad.

El poeta intenta ofrecerle un amor eterno, pero es conocedor de que el amor es siempre fugitivo.