Hay una raíz amarga
y un mundo de mil terrazas.
Ni la mano más pequeña
quiebra la puerta de agua.
¿Dónde vas? ¿Adónde? ¿Dónde?
Hay un cielo de mil ventanas
—batalla de abejas lívidas—
y hay una raíz amarga.
Amarga.
Duele en la planta del pie,
el interior de la cara
y duele en el tronco fresco
de noche recién cortada.
Amor: Enemigo mío
¡Muerde tu raíz amarga!
Tema
La amargura como esencia del amor.
Versos 1-2
Hay una raíz amarga
y un mundo de mil terrazas.
El amor se alimenta de erotismo, que se simboliza como una raíz amarga, omnipresente.
El mundo de mil terrazas es Granada.
Versos 3-4
Ni la mano más pequeña
quiebra la puerta de agua.
La mano del niño es incapaz de romper la compuerta y dejar que el agua estancada en la esclusa vuelva a fluir.
Hasta la mano del niño más inocente se muestra impotente para devolver a la vida a lo que ha muerto.
Versos 5-9
¿Dónde vas? ¿Adónde? ¿Dónde?
Hay un cielo de mil ventanas
—batalla de abejas lívidas—
y hay una raíz amarga.
Amarga.
En el cielo de Granada se extiende un campo de batalla para las mil estrellas («mil ventanas» celestes) que se enfrentan entre sí como enjambres de mortecinas («lívidas») abejas. Siempre hay una raíz amarga.
Versos 10-13
Duele en la planta del pie,
el interior de la cara
y duele en el tronco fresco
de noche recién cortada.
El dolor del presentimiento de la propia muerte, concretado en la calavera («el interior de la cara») tras el rostro expresivo del vivo, nos afecta hasta la planta de los pies.
Versos 14-15
Amor: Enemigo mío
¡Muerde tu raíz amarga!
Aun así, el poeta pide al amor, considerado su enemigo, que saboree la amargura de su raíz, el erotismo.
Interpretación
Es inevitable darnos al erotismo, que es alimento del amor. Sin embargo, todo amor está ensombrecido por la muerte, a la que no podemos dar de lado.
Por tanto, todo amor acaba en amargura producida por el presentimiento de la propia muerte.