VII. Gacela del recuerdo de amor

No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho.

Temblor de blanco cerezo
en el martirio de Enero.

Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.

Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.

Toda la noche en el huerto
mis ojos como dos perros.

Toda la noche comiendo
los membrillos de veneno.

Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo.

Es un tulipán enfermo
la madrugada de invierno.

Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.

La hierba cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.

Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.

Pero deja tu recuerdo,
¡Déjalo solo en mi pecho!

Tema

El recuerdo ponzoñoso del amor.

Versos 1-2

No te lleves tu recuerdo.
Déjalo solo en mi pecho.

El poeta pide al amor que no se lleve su recuerdo, que le permita guardarlo en su memoria.

Versos 3-4

Temblor de blanco cerezo
en el martirio de Enero.

La nieve del invierno («enero») atormenta un árbol que fue frondoso y estuvo cargado de dulces frutos («cerezo»).

Versos 5-6

Me separa de los muertos
un muro de malos sueños.

Lo único que diferencia al poeta de los muertos es que él tiene pesadillas («malos sueños»), mientras que los muertos tienen reposo.

Versos 7-8

Doy pena de lirio fresco
para un corazón de yeso.

Pese a la apariencia externa («lirio fresco»), su alma ha muerto («corazón de yeso»).

Versos 9-10

Toda la noche en el huerto
mis ojos como dos perros.

El poeta sufre de insomnio interminable («ojos como dos perros»).

Versos 11-12

Toda la noche comiendo
los membrillos de veneno.

El amor dulce («membrillo») acaba tornándose en venenoso («emponzoñado»).

Versos 13-16

Algunas veces el viento
es un tulipán de miedo.

Es un tulipán enfermo
la madrugada de invierno.

En el viento y en la madrugada de invierno, el poeta proyecta su temor enfermizo.

Versos 17-18

Un muro de malos sueños
me separa de los muertos.

Nueva referencia a sus pesadillas («malos sueños»).

Versos 19-20

La hierba cubre en silencio
el valle gris de tu cuerpo.

El cuerpo del ser amado, incapaz ya de atracción, parece un «valle gris» que va difuminándose tras la niebla.

Versos 21-22

Por el arco del encuentro
la cicuta está creciendo.

Ya no hay lugar para la cita amorosa, pues «por el arco del recuerdo» crece una planta venenosa («cicuta»).

Versos 23-24

Pero deja tu recuerdo,
¡Déjalo solo en mi pecho!

El poeta se queda solo con el recuerdo del amor, nada más.

Interpretación

Todo recuerdo de un amor dulce nos envenena cuando lo perdemos y lo recordamos: nos sentimos como muertos, fríos, como una madrugada de invierno, aterrorizados, sin esperanza.